viernes, 17 de octubre de 2014

¡Salta!

Cierro los ojos y veo una tele en gris lluvia.
Se me conectan las 6 puntas de la estrella imaginaria.
Me late la taberna.
Un chico muy guapo me mira desde un cartel publicitario y yo me muero de sueño.
En el sueño me olvido de mi y de ti.
En el sueño agarro con fuerza todos los objetos que aún no han inventado.
Confundo el escenario de mi niñez.
La casa de los besos.
El chico guapo de antes me mira desde una boardilla llena de libros que parece no haber leído nunca.
El claxon asusta. El aire de esta noche puede salvarme la vida, pero cojo el autobús.
Me duermo por las esquinas de mi memoria.
Volver a casa podría salvarme pero no tengo casa o he olvidado dónde está o que una vez la tuve.
Hay asientos vacíos para todos mis visitantes.
Puedo fingir tanto, que cuando me mires pensarás que natural.
Allá van los párpados lanzándose al vacío.

¡Salta!

martes, 14 de octubre de 2014

No hay nada aquí

No hay nada aquí. 
Soy un hueco, un hueco lleno de aire translúcido y sereno, 
puro e inocente, soy aire virgen 
del que todos quieren respirar, 
tan solo aire vacuo que suplica existencia 
más allá de los pulmones.
Tan solo podría ser certera en otros ojos 
que conquisten al balcón de mi mirada 
y vean al mundo todo allá afuera.
Quiero sentido en el tiempo, 
quiero sentirme en el espacio.
Todo tan inconfesable porque si no 
la mano ciega de la ayuda decorosa en mi busca.
Todo tan oculto 
para que si alguien arriba 
no sea sudoroso y laureado.
Que no perciban que eres cóncava, que si no querrán completarte.
Que no intuyan el eco de tu voz, que querrán si no voces nuevas.
Que no sepan que no pueden hacerme daño porque entonces 
la carrera infinita entre la duda del comprendo no-comprendo, y sus dedos me mirarán 
prejuiciosos, y sus labios gritando groserías de frío 
me sacudirán los sesos.

¡Ay! como sepan que estas lágrimas enfrascadas son 
sólo y solamente fruto de mis fracasos.

No pueden prender el hueco, 
nadie podrá nunca prenderle fuego a este hueco de mi costado.

domingo, 5 de octubre de 2014

Se me derriten las paredes de mi destino.
Alguna vez fui Dios
y os creé a todos
a mi imagen y semejanza,
y todos reíais
y caminabais
así como yo camino.

Y luego me destruí
pensando que también
os destruiría a vosotros.
Pero crecisteis,
y os reprodujisteis...

No tengo fuerzas para rendirme
hoy
no tengo ánimos para escalar
la mirada prejuiciosa de vuestras manos.
¿Cómo detener mi eco,
hoy?
¿Cómo suplicar
y sobre todo a quién
si soy yo la del pico y pala?
¿Alguien sabe la respuesta,
hoy?